“8 En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes. 9 No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición.” (1 Pedro 3:8-9)
Estoy segura de que al Revdo. Greg Boyle, de la compañía Homeboy Industries, no le gustaría mucho que yo lo considere un santo viviente (así que esto quede entre nosotros) pues él cree que eso haría parecer que su trabajo fuera inalcanzable como para que los demás participáramos en esa obra. Boyle Trabaja entre las pandillas de Los Ángeles para reconectar integralmente a sus miembros proveyéndoles adiestramiento, empleo y múltiples apoyos ofrecidos a través de su programa mundial de rehabilitación. “Todo lo que se nos pide es que seamos lo que Dios es en el mundo”, escribió. Ciertamente, la compasión era el fondo del alma de Cristo, el contorno de Su corazón; Él era quien era. Una vez alguien dijo: “Sólo entiende que la respuesta a toda pregunta o asunto es la compasión.”5
Tomar en serio la respuesta de Boyle a cada pregunta es un juego divertido, como por ejemplo, ¿Qué haremos con un fulano que me vuelve loco?” La respuesta es: Compasión; “¿Cómo pasaré esta noche con todas mis preocupaciones?” Respuesta: Compasión. Pero, como sucede en los ejemplos vividos por Cristo y por el Revdo. Boyle, la compasión no es un gesto superficial o una emoción típica de Hallmark,
sino la empatía del cuerpo completo, incluyendo brazos y pies. La compasión no juzga, sino que escucha y luego se ocupa en satisfacer la necesidad.
Ayúdame, oh, Dios, a ser semejante a Ti: comprensiva y amorosa. Quiero ser verdaderamente compasiva y humilde. Amén.
5. Gregory Boyle. Tatuajes en el corazón: El poder de la compasión sin límites. (Nueva York: Simon & Schuster, 2010) p 62.