68 «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha venido a redimir a su pueblo. 69 Nos envió un poderoso Salvador en la casa de David su siervo 70 (como lo prometió en el pasado por medio de sus santos profetas), 71 para liberarnos de nuestros enemigos y del poder de todos los que nos aborrecen; 72 para mostrar misericordia a nuestros antepasados al acordarse de su santo pacto. 73 Así lo juró a Abraham nuestro padre: 74 nos concedió que fuéramos libres del temor al rescatarnos del poder de nuestros enemigos, para que le sirviéramos

75 con santidad y justicia, viviendo en su presencia todos nuestros días.

76 »Y tú, hijito mío, serás llamado profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor para prepararle el camino. 77 Darás a conocer a su pueblo la salvación mediante el perdón de sus pecados, 78 gracias a la entrañable misericordia de nuestro Dios. Así nos visitará desde el cielo el sol naciente, 79 para dar luz a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por la senda de la paz»." (Lucas 1:68-79)

Zacarías y Elisabet pensaban que ya habían pasado la edad de tener hijos, pero ahora el ángel Gabriel les anuncia que van a tener un bebé. ¡Qué escándalo! ¡Qué milagro tan incompresible!

María, la prima soltera de Elisabet, inesperadamente también está embarazada. Imaginemos la alegría compartida de Isabel y María cuando mutuamente tocaron sus vientres abultados, deleitándose en la sorpresa y la maravilla de lo que Dios estaba tramando a través de ellas. Estos no eran los planes que ellas habían previsto para sus vidas. Pero Dios viene a cumplir una promesa no sólo para ellas, sino para todo el mundo: “gracias a la entrañable misericordia de nuestro Dios. Así nos visitará desde el sol naciente.” (Lucas 1:78)

Una tierna canción navideña italiana lo celebra a la perfección, Tu Scendi Dalle Stelle, escrita en 1744 por San Alfonso de Ligorio. Así, con sencillez infantil, canta al Niño Jesús:

Bajaste de las estrellas, oh, Rey del cielo,

a una cueva, fría y con escarcha.

Oh divino bebé te veo temblar aquí.

¡Ah! cuánto estás pagando por amarnos así.

Tú que eres el creador de todo el mundo.2

Durante esta temporada tenemos la oportunidad de maravillarnos y deleitarnos ante lo que Dios ha hecho y sigue haciendo. La venida de Cristo es el cumplimiento de la promesa de que los hambrientos serán alimentados, los que sufren encontrarán consuelo y compasión, y reinará la justicia. El cambio poderoso del mundo acaba de comenzar y, durante el Adviento, se nos recuerda que debemos estar atentos al cumplimiento de estas promesas, aunque sólo las vislumbremos.

Dondequiera que estés en el mundo, ya sea mirando a la Osa Mayor, o a la Estrella del Sur, o a la luna que queda visible durante el día, te invito a que estemos juntos en esta pausa que tomamos.

Miremos largamente y dejemos que las estrellas hablen de la maravilla que se avecina. Lo bello que será. Las promesas que aún están por llegar podrían ser totalmente diferentes de lo que pudiéramos haber planeado.

Oh Dios, enséñame a asombrarme de las cosas maravillosas que has hecho y que aún tienes que hacer. Ayúdame a aprender a quedarme quieta, el tiempo suficiente, para que mis ojos se adapten a la oscuridad hasta que la luz de las estrellas empiece a aparecer. Amén.